
Según un artículo publicado esta semana en biologynews.net, un nuevo estudio publicado en la revista American Journal of Clinical Nutrition sugiere que tomar un vaso de leche desnatada podría ayudar a proteger el corazón.
Los investigadores observaron que los adultos que tomaban al menos un vaso de leche desnatada o una ración de productos lácteos bajos en grasa al día tenían un 37% menos de probabilidades de sufrir una mala función renal relacionada con las cardiopatías, en comparación con los que tomaban menos cantidad o bien leche entera.
Para determinar el riesgo de enfermedad coronaria, los investigadores de varias universidades de los EEUU y Noruega midieron la función renal de más de 5.000 adultos de edades comprendidas entre los 45 y los 84 años; posteriormente, realizaron un seguimiento de sus patrones alimenticios y comprobaron la relación albúmina/creatinina (ACR), una medida que, según la American Heart Association, cuando es demasiado elevada, puede indicar una mala función renal y un riesgo extremadamente elevado de enfermedad cardiovascular.
Los investigadores observaron que las personas que afirmaban consumir más leche desnatada y otros productos lácteos bajos en grasa tenían una ACR más baja, o una función renal más saludable. De hecho, la leche y los productos lácteos desnatados fueron el único grupo alimentario de los evaluados que por sí solo se relacionó de forma significativa con un riesgo reducido de disfunción renal.
Una dieta sana global, que incluya leche desnatada y productos lácteos bajos en grasa, cereales integrales, fruta y vegetales también se asoció con una ACR un 20% más baja, lo que implica una función renal más sana.
La leche proporciona nueve nutrientes esenciales, incluido calcio, vitamina A, vitamina D, proteínas y potasio.
Beneficios de una dieta baja en grasas para problemas cardiovasculares

Una nueva investigación sugiere que, tras un infarto, adoptar una dieta baja en grasa es tan beneficioso para la salud cardiovascular como una dieta mediterránea.
Ambas dietas proporcionan cantidades similares de proteínas, hidratos de carbono, colesterol e insanas grasas insaturadas, pero la dieta mediterránea ofrece unas cantidades más elevadas de grasas monoinsaturadas "saludables", concretamente los ácidos grasos omega-3 que se encuentran en el pescado.
Según los investigadores, aplicadas con igual intensidad, ambas dietas pueden ser un componente eficaz en los cambios de estilo de vida posteriores a un infarto. Los pacientes que tras sufrir un infarto siguieron estas dietas durante 4 años redujeron significativamente su riesgo de subsiguientes sucesos cardiovasculares, según observaron la Dra. Katherine R. Tuttle y sus colegas.
Es más, en comparación con los pacientes que recibían el tratamiento habitual tras sufrir su primer infarto, el riesgo de fallecimiento o de posteriores sucesos cardiovasculares "fue alrededor de un 70% más bajo en los participantes con la intervención alimentaria" señaló Tuttle para Reuters Health.
Tuttle, del Sacred Heart Medical Center y la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington, en Spokane, Washington, y sus colegas, reclutaron a 50 pacientes para que siguieran la dieta Step II (baja en grasa) recomentada por la American Heart Association y 51 para seguir una dieta de estilo mediterránea.
Los participantes, hombres y mujeres, habían sufrido su primer infarto durante las seis semanas anteriores al inicio del estudio y recibieron asesoramiento dietético individual y en grupo durante un período de hasta 24 meses. También se les animó a hacer ejercicio, perder peso y dejar de fumar si era necesario.
Tras cuatro años, los investigadores observaron que 8 individuos de cada grupo de intervención alimentaria sufrieron un segundo infarto, una angina inestable (dolor de pecho por esfuerzo) o una apoplejía, pero ninguno falleció en ese período de tiempo.
Cuando el equipo de Tuttle evaluó un grupo similar de 101 pacientes que, tras sufrir su primer infarto, no habían participado en el estudio pero recibieron el tratamiento habitual, observaron 33 de ellos habían sufrido un posterior infarto, fallo cardíaco, angina inestable o apoplejía y se habían producido 7 muertes (3 de ellas relacionadas con problemas de corazón).
A partir de los resultados de esta investigación, publicados en el ejemplar de junio de la revista American Journal of Cardiology, Tuttle y sus colegas concluyeron que una participación activa tanto en una dieta baja en grasa como en otra de estilo mediterráneo puede ser una "elección prudente" en las personas con un riesgo elevado de problema cardiovascular.
Tomates para prevenir cáncer de próstata

Una nueva investigación sobre el cáncer realizada por investigadores de la Universidad de Missouri, sugiere que el consumo de cierta forma de productos de tomate podría ser la clave para desvelar el potencial del tomate para combatir el cáncer de próstata. El efecto positivo de los productos de tomate se ha insinuado en muchos estudios pero, hasta ahora, los investigadores desconocían qué causaba este efecto exactamente.
"Parece que el principal efecto protector de los tomates proviene de rehidratar el polvo de tomate en pasta de tomate", señaló Valeri Mossine, profesor ayudante de investigación de bioquímica en el College of Agriculture, Food and Natural Resources. "El procesado de muchas plantas comestibles de calentar, moler, mezclar o secar incrementa considerablemente su valor nutricional y su potencial para combatir el cáncer".
Mossine y sus colegas descubrieron que el FruHis, un hidrato de carbono orgánico presente en productos de tomate deshidratado, ejerce un potente efecto protector contra el cáncer de próstata. Para ello, inyectaron en ratas unas sustancias químicas que causan cáncer de próstata y, posteriormente, dividieron las ratas en grupos con diferentes dietas. El grupo alimentado con una dieta de pasta de tomate más FruHis fue el que presentó la tasa de supervivencia más elevada. Solo el 10% de las ratas de ese grupo desarrollaron tumores en la próstata, frente al 60% del grupo de control, al 30% del grupo alimentado con polvo de tomate y al 25% del grupo alimentado con pasta de tomate sola (sin FruHis).
"Antes de este estudio, los investigadores atribuían el efecto protector de los tomates al ácido ascórbico, los carotenoides o a los compuestos fenólicos. El FruHis podría suponer un novedoso tipo de antioxidante alimentario", señaló Mossine. "La investigación que tenemos en marcha se centra ahora en desvelar los mecanismos que hacer que esto tenga un efecto beneficioso. Este conocimiento podría conducir a nuevas líneas de investigación y desarrollo de fármacos para el cáncer de próstata y otros cánceres. Los resultados de este estudio realmente justifican la realización de ensayos clínicos".